Nuestro día a día esta determinado o condicionado por numerosas normas y limites. Algunas son impuestas y necesarias, otras nos las inventamos nosotros a partir de nuestras creencias, nuestras vivencias, nuestra educación o cultura.
Nos vemos condicionados a pensar, sentir y actuar por normas que simplemente hemos creado en nuestra mente, porque forman parte de nuestros valores como personas, pero no nos damos cuenta de que algunas de esas normas nos condicionan en demasía .
Actuamos según el que dirán o puedan pensar, según lo que consideramos verdad absoluta aunque esta no exista, lo que supone que nos perdamos también parte del entretenimiento que es la vida.
La vida, ese juego de rol en forma de noria. Que poco nos paramos a pensar sobre la vida en si, y que mucho lo hacemos respecto a lo que hemos vivido y lo malo que ha sido. Nuestra tremenda tendencia a terribilizar, de generalizar, de pensar que este es el peor tramo, quedándose grabado en tu mente y cuerpo como cuando grabamos a nuestro ganado. Te tatúas constantemente con tus desgracias, aunque con tinta invisible, recuerdas y reconoces cada momento mal vivido, sin darte cuenta que tus alegrías también forma parte de esa obra de arte que es la vida.
¿Te imaginas como sería la vida si no te limitaras tanto a través de tus pensamientos? Que poco importaría el que dirán o el que sucederá y que libre te sentirías. Serías capaz de apuntarte a esas clases que tanto deseas pero que los demás no comparten. Harías ese viaje tan soñado y que no has hecho porque no esta bien hacerlo sola o sin dar explicaciones. Te pondrías esa ropa que tanto te gusta, besarías, cantarías, disfrutarías por fin libremente de la vida, de tu vida. Sin condiciones. Sin esperar nada a cambio que no sea tu felicidad.
Escucha tu cuerpo y tu mente y déjate llevar por los movimientos que realmente te pide, intentando no evaluarlos.
No te exijas, simplemente se tú. Vive lo bello de la vida.