Cada año muchas personas ven peligrar su presupuesto debido a las compras navideñas. Estamos desarrollando la cultura del consumismo y lo peor es que nuestros hijos están creciendo con ello. Parece que entre más compras mejor, entre más regalo más amor represento.
El problema es que ya no son solo las compras de los Reyes Magos, ahora se ha juntado Papá Noel y sus renos y por si era poco añadimos el viernes negro o más bien semana.
Todo sea por consumir.
La Navidad afecta a nuestro cerebro y a nuestra conducta, el simple hecho de que las luces navideñas y la decoración se encienda, hace que se active un mecanismo de estimulación que nos lleva a comprar, algo que creíamos que deseábamos se ha convertido en necesidad.
Deseo tener un detalle se convierte en necesito comprarle un detalle, porque creemos que si no lo hacemos o no está a la altura de lo que nuestro cerebro irracional nos dice recibiremos una recompensa negativa como puede ser una crítica, un mal gesto, unas palabras…
Esto puede ser un problema, sobre todo para aquellas personas que viven con un presupuesto limitado y más aún para los que tienen problemas a la hora de controlar el impulso de gastar dinero. Desde agosto podemos encontrar en jugueterías reservas a montones en las jugueterías por ejemplo.
España es el país de la unión Europea que más gasta en navidad. Nos dejamos llevar por el efecto manada, si vemos una tienda repleta hay que entrar, algo bueno puede haber ahí dentro. Si veo carros llenos, hay que comprar. Nos dejamos llevar. ¿Te acuerdas del papel higiénico durante el confinamiento?