Cuando somos niños todo parece como el cuento de hadas, creemos que los problemas no existen y que como niños siempre estamos casi obligados a tener una sonrisa en la cara.
Tendemos ver la imagen de los niños como una figura de ternura, bienestar y felicidad absoluta, pero la realidad es que en este mundo ajetreado y tan avanzado en el que vivimos, existen también ciertas dolencias emocionales en los más pequeños, incluso adicciones. ¿Quién no ha visto alguna vez un pequeño de apenas 2 años con un móvil en sus manos?
No todos tenemos la suerte de crecer en un ambiente organizado, estable y lleno de amor. Los traumas infantiles no tratados en su momento van a repercutir seguramente en nuestra edad adulta.
No solo seguimos sin darle importancia a las emociones de l@s niñ@s, sino que trabajamos poco sobre ellas. Muchas asignaturas en el cole, pero sigue quedando pendiente trabajar la inteligencia emocional. Entender y manejar nuestras emociones desde pequeños nos va a enriquecer y permitirnos enfrentarnos a los baches de la vida cuando seamos adultos.
“Dime el niño o la niña que fuiste y te diré en qué adulto te has convertido”
Dotar de herramientas y recursos a los padres y niñ@s permitirán que ese menor crezca en un ambiente más seguro y rico emocionalmente hablando, pero hay que tener en cuenta que a la hora de trabajar en terapia con la población infantil es fundamental que los profesionales al respecto estén actualizados, bien documentados y formados, una idea puede ser una formación en máster de atención temprana, teniendo en cuenta que trabajar en la infancia no solo implica trabajar con los menores, sino muchas veces también con sus padres y familiares de referencia.
Crecer con una autoestima saludable permitirá no solo que de adulto te valores más, sino que incluso aumente la probabilidad de conseguir los objetivos que te propongas. Pero esa autoestima que se empieza a desarrollar desde edades tempranas va a estar determinada en gran medida por la valoración que tus adultos de referencia hagan sobre ti, como pueden ser tus padres y profesores.
Aquí ya entra en juego las famosas etiquetas y los castigos y refuerzos mal aplicados. Algunos adultos consideran que por señalar constantemente a un menor con una etiqueta negativa creemos que eso va a mejorar su rendimiento, pero nada más lejos, lo único que favorecemos es que vaya directo a la piscina del fracaso.
Comentarios del tipo “no pasa nada” “eso son tonterías, ya se te quitará””lo tuyo no es importante” “fíjate lo bien que lo hacen ellos y tu ni caso””Me tienes harto” ” no te soporto“… y así hasta el infinito y más allá.
Te pregunto, ¿Como adulto que eres ahora mismo, cómo te sentirán esos comentarios y etiquetas negativas? Dándome esa respuesta, no entiendo por qué consideras que a los niños no les va a afectar en absoluto.
Esas frases y comentarios ya sirven para que el niño o la niña vaya haciéndose una imagen de sí mismos, en este caso bastante devaluada y va a condicionar no solo su autoestima, sino la seguridad y confianza que ese niño o niña siente por sí mismo y los demás.
Como padres y madres tenemos que estar muy atentos no solo a la salud física del niño/a, sino también a su salud mental.
Es de especial importancia estar atentos a los cambios bruscos que el menor pueda presentar como pueden ser:
Los niños, como los adultos, tienen que tener un equilibrio en su salud física y mental para un estado pleno. Cuidar el tiempo que pasamos con ellos, la forma en que les hablamos, la forma en que les amamos, no deben de faltar los gestos de cariño y la importancia de criar desde el respeto y la conciencia.
En caso de que veamos que nuestros pequeños estén sufriendo emocionalmente, recordar que especialistas en psicología infantil puede ser un gran paso para entender qué ocurre y aprender herramientas para ayudarlo y prevenir en el futuro.