“Quiérete“. Esta sencilla palabra podría resumir el contenido de docenas de sesiones de terapia psicológica. Pero no es tan sencillo. Es más, mucha gente no se quiere a sí misma y, lo peor de todo, ni siquiera es consciente de ello. Y, dado que somos seres gregarios, nos relacionamos con otras personas y podemos arrastrar esa rémora allá donde vayamos, haciendo partícipes de esta carencia emocional a todos los que entren en contacto con nosotros. Y ahí es donde se manifiesta la dependencia emocional en todo su esplendor.
La dependencia emocional podría definirse como el fatal resultado de “no quererse“, no aceptarse tal como se es en realidad. Quien no se quiera o no se acepte, buscará elementos afectivos en sus relaciones sociales, familiares y sentimentales, que le ayuden a suplir el cariño y la aceptación de las que carece. Dicho de otro modo, quien no se quiera estará condenado a mendigar el afecto de los demás, en lugar de complementarlo con el suyo propio.
Una persona con dependencia emocional no se quiere porque, principalmente, no se conoce o no se acepta, es decir, no ha recorrido un camino de introspección para descubrir su propio “yo“, con sus virtudes, carencias, miedos y sueños. En su lugar, se enfoca hacia el exterior, y renuncia a su individualidad para decirle a los demás lo que quieren oír, o hacer lo que cree que los demás quieren que haga, bajo una falsa promesa de cariño o aceptación que solo existe en sus pensamientos.
Una persona dependiente tenderá a aferrarse a cualquier vínculo emocional que establezca con sus semejantes, dando lugar a relaciones tóxicas (carentes de libertades individuales) y volcando sus inseguridades en los demás. Es una característica especialmente peligrosa cuando se trata de relaciones de pareja, ya que se tornarán nocivas para ambos miembros.
No hay una fórmula mágica sobre cómo eliminar la dependencia emocional; requiere de trabajo interior y, en muchas ocasiones, de una ayuda psicológica que apoye dicho trabajo. Aquí dejamos, no obstante, tres consejos sobre cómo superar la dependencia emocional que, además, se aplican en este mismo orden:
En resumen: ¿cómo dejar de ser dependiente? Parecerá una obviedad, pero la respuesta es “siendo independiente”, esto es construyendo y reclamando la propia individualidad. De este modo, se encontrará una felicidad mayor que la que se conseguiría aunque se cumpliesen las expectativas de dependencia.