Acabo de aterrizar, llevamos toda la mañana volando Pamplona-Madrid Madrid-Gran Canaria. Se palpa la tensión en el ambiente, hace semanas que se hablaba de un virus menos mortal que la gripe, pero, parece que ha recobrado fuerza o no estábamos del todo bien informados.
“Menos mal que acabas de aterrizar, se acaba de activar el estado de alarma en el país y van a cerrar el aeropuerto”
Esto es lo primero que leo según aterrizo. Siento que mi respiración se detiene por segundos, mi corazón no sabe si latir rápido o despacio, todo parece tan surrealista. Miro a mis padres y a mi hija y pienso ¿Y si nos lo hemos tomado demasiado a la ligera? ¿Y si resulta que nos hemos expuesto y enfermamos? Ellos ya son mayores, tienen sus enfermedades, al menos hemos conseguido muy difícilmente que en Pamplona nos dieran una mascarilla para mi padre. Muy difícilmente porque han escaseado, en el hospital las han mantenido bajo llave porque por lo visto se han dedicado a robarlas por la desesperación.
Imágenes de supermercados abarrotados, estanterías vacías, caos, CAOS. ¿Se avecina el fin del mundo? Al final nos preparamos para estar arriba de armas y estrategias bélicas en el país y resulta que va ser un virus el que nos va a fastidiar de verdad.
Ya estoy en casa, coge aire y respira.
Me he despedido de mis padres, pasará más de un mes sin que los pueda ver físicamente otra vez. De repente se han acabado los besos, los abrazos, la palmadita en la espalda.
Cerramos las puertas del despacho, me apresuro como una loca a desinfectar todo, estoy acelerada, el mundo va acelerado para meterse en su casa e intentar no salir más.
“Mami, hay un bicho malo ahí fuera y no podemos salir” Sí, hija mía, menos mal que con 2 años te adaptas rápidamente a la situación.
Y es que la realidad de todo es que el ser humano tiene una capacidad de adaptación inimaginable. Algo que parece imposible somos capaces de llevarlo adelante. Ahora es el momento de resistir, de persistir y nunca desistir.
Siempre queda gente irresponsable, así es el mundo, pero lo estás haciendo bien, quedándote en casa, saliendo para lo imprescindible.
Y es que el COVID-19 va a ser un antes y un después en nuestras vidas. Está cambiando culturas, pensamientos, activando las emociones más primitivas que tenemos para salvaguardarnos del peligro: ansiedad, miedo, preocupación, angustia, desesperación, agotamiento…
Es difícil, pero puedes con ello.
Los pacientes hay que atenderlos de manera online, algunos se resisten siguen pensando que será cosa de un par de semanas, pero ya llevamos casi 1 mes.
Por otro lado, empiezan las llamadas de los sectores más vulnerables, los sanitarios. “Me siento desprotegida física y emocionalmente” y es que la situación es para sentirse así: falta de material, de mascarillas, normas que aún no quedan claras, gente irresponsable que colapsa, irrespetuosos, que te escupen en la cara si no los atiendes bien en la caja del supermercado.
¿Qué está pasando? La naturaleza humana. Y es que nuestra naturaleza nos dice SOBREVIVE. A lo largo de la historia de la evolución nos hemos ido “Humanizando” no somos tan salvajes, somos más conscientes de uno mismo y del otro, lo cual nos lleva ser solidarios también, pero en nuestra genética sigue estando esa parte más animal que puede llegar a descontrolar o a llevar a comportamientos inapropiados dejándonos llevar por la ansiedad.
Ya somos más de 5 mil infectados, y esta semana se espera una oleada de 10 mil. ¡Madre mía!
AL principio de la semana decidimos que nos tenemos que organizar, no solo en cuanto a las tareas del hogar sino una organización mental.
¡Rutina, rutina y más rutina! Nos marcamos objetivos diarios y semanales, estableciendo horarios: nos despertamos, desayunamos y nos quitamos el pijama (sino nuestro cuerpo nos va a pedir estar en modo off), ordenamos un poco, dentro de lo que podemos con la peque de 2 años, y empezamos nuestro deporte los 3 juntos. Preparamos el almuerzo, lavadoras, limpieza, juego, un horario específico para ver las noticias y estar actualizados, siesta corta, más juego, videollamadas familiares, ducha, más juego, más juego y así hasta que la pila se agote.
He leído por ahí que las casas van a estar relucientes cuando termine el confinamiento, pero yo tengo la sensación de que la mía cada vez está peor, es lo que tiene tener hijos y gracias a ella estamos también más entretenidos.
Toca ser flexible, no te agobies, si tienes hijos recuerda que ellos no comprenden la situación igual que nosotros. Que van a estar encerrados durante mucho tiempo, y si a ti te resulta difícil entender y manejar las emociones que ello supone, imagínate lo que les puede costar a ellos. Te recomiendo que independientemente de su edad les expliques, siempre adaptándote a su vocabulario, qué está sucediendo. Mi hija tiene claro desde el primer día que hay un bicho malo ahí fuera y no podemos salir para no enfermar.
Seguimos la semana, decido aportar mi granito de arena, empezamos con las charlas gratuitas y vemos que ¡TODOS ESTAMOS IGUAL!, y es que es normal que ante una situación de peligro y que no puedes controlar sientas que puedes perder el control de tus emociones. Déjate llevar.
Muchos tienen la tendencia a intentar controlarlo todo, pero recuerda que solo hay 3 cosas claras que están bajo tu control: lo que tu piensas, lo que tu sientes, lo que tú haces. Así que intenta que estos tres factores sean los más adecuados para llevar esta situación, quedándote en casa y así no enfermarte tú ni los demás.
Ahí está, la cifra de los 10 mil.
Lo más duro de todo está siendo una parte que creo que hablamos poco, se trata de puntillas. Cuando entras en le hospital, no ves más a tus familiares hasta que salgas, si es que sales, porque la muerte también es una realidad, está ahí y está siendo muy dura. El morir lejos de tus familiares, pero seguramente rodeado de unos sanitarios que están dándolo todo por ti.
Está siendo duro perder a seres queridos, con los que seguías imaginándote en el futuro, compartiendo planes, deseos, sueños. Y de repente todo se acaba en un abrir y cerrar de ojos. Estando lejos pero cerca a la vez de esa persona. Cambiando nuestros rituales de despedida, cambiando nuestra muerte, generando sentimientos encontrados, frustración, rabia, dolor.
Si no puedes despedirte agarrando de la mano a tu ser querido, recuerda que hay otras personas que lo están haciendo por ti con todo su amor y delicadeza del mundo. Recuerda todos esos momentos de amor y felicidad con esa persona y dile adiós con ese recuerdo en mente. Apóyate en el resto de la familia y amigos, abraza a los que tienes en casa y recuerda que todos sienten el mismo pesar.
Es una oleada emocional muy dura, inimaginable, de película incluso. Pero la naturaleza y la vida ha venido para darnos un duro golpe.
Soñamos con que nos toque la lotería y lo importante es la salud y vivir felices contigo y con los que te rodean. Vivimos queriendo las cosas para antes de ayer, con unos niveles de ansiedad y estrés que ha llevado que un crecimiento del consumo de antidepresivos en un 14,3% en el 2016 según la Agencia Española del Medicamento. Según la OMS unos 300 millones de personas tienen depresión. España es uno de los mayores consumidores de los países europeos de antidepresivos y somníferos. Algo estaba pasando y ha tenido que venir la naturaleza para pararnos los pies.
Esta es una buena oportunidad para reflexionar sinceramente sobre nuestra vida. Pensar honestamente en cómo queremos que sea ese legado personal que yo quiero dejar en el futuro. Como quiero que sea mi vida. ¿Una vida llena de medicamentos para la salud y el estado de ánimo? ¿una vida en la que sienta que no tenga tiempo ni para respirar? ¿Un corre corre diario que me provoca problemas de sueño? ¿Una vida en la que tengo que tirar de lo primero que pillo para alimentarme por no tener tiempo para cocinar y escuchar mi cuerpo?
Calma. De eso se trata. De estar estos días en calma. En algún momento todo llegará a la “normalidad”, ahora está en tu mano como quieras que vuelva a ser esa normalidad para ti.
Parece que el aire está mas limpio y que o hay más pájaros o cantan más que antes, ¿no te parece? El COVID-19 al meternos en casa hace que el planeta también se organice: limpieza de CO2, limpieza de lagos, ríos, mares, aire, tierra. No más árboles talados, animales ocupando el espacio que deberían de ocupar, menos contaminación, tiempo en calma.
Me asomo a la ventana, ahora admiro más que nunca este gesto, es el trocito que puedo ver. Un trozo de montaña que hoy me parece hermoso y un trozo de mar vacío de barcos. ESPECTACULAR.
“Mami, quiero merienda” son las 11 de la mañana, pero para ella todo son meriendas. Plato de fruta: uvas, mandarina y fresas. “¡Hala! ¡Que rico!”
Seguimos escribiendo….
Es fundamental mantenernos queridos y unidos con los que estamos en casa. Para algunos, puedo ser un poco complicado, bien porque les ha tocado vivir esta experiencia solos, o porque están con personas con las que existían conflictos previos que no se habían solucionado. Ni que decir de las personas víctimas de violencia de género, RECUERDA: MASCARILLA 19 en tu farmacia te pueden ayudar si estás en peligro.
No es momento de discutir por tonterías, ni para sacar la basura del pasado. Es momento para aprender a hablar y escuchar activamente a la otra persona. Deja de señalar con el dedo, no puedes hacer que otra persona cambie. Céntrate en qué puedes hacer tu para mejorar esta situación y puede que eso genere una reciprocidad hacia el otro y comiencen los cambios. No es momento de echar un pulso a ver quién tiene más razón, quién lo dice más alto, quién tiene más pruebas… seguramente están discutiendo por tonterías que no van a llevarte a ninguna parte.
¿Y si te dijeran que te quedan unas semanas de vida? ¿Cómo te gustaría que fueran esas semanas? ¿Cómo te gustaría ser recordado por los demás? ¿Qué puedes hacer para que lo que estas haciendo ahora se parezca más a ese legado personal?
Por otra parte, todo esto del confinamiento puede servir para unirnos más. Nosotros estamos más complementados que nunca, siento su apoyo y seguro que él el mío. Buscamos momentos para estar juntos, unidos los 2 y los 3, pero también momentos para estar a solas.
Es importante seguir manteniendo nuestro espacio, nuestro momento de intimidad y conexión con uno mismo para hacer lo que te de la gana: leer, deporte, meditación, jugar… Mi momento favorito leer, mirar por la ventana, escribir. Su momento favorito jugar, charlar con los amigos, leer, hacer sus estiramientos continuos.
Hemos alcanzado los 40 mil, casi 3 mil fallecidos. Me entra el pánico, siento la ansiedad en mi abdomen y mis pensamientos a veces van a mil por hora dando paso a la hipocondría. ¿Estaré contagiada? No paro de pensar en eso. Lo pienso yo y los miles de españoles que estamos ahora mismo en casa.
El pánico es real, y no está manteniendo a salvo. Ponerle límites para que no gobierne nuestra mente. Permitirle entrar para tener más cuidado y así evitar el contagio, pero no que no sea un pánico que te paralice. Ocupa tu mente, desahoga tus miedos, tus emociones, escribe.
“Mami, los tres juntos a jugar” “Venga mami” La peque sigue reclamándome para los juegos familiares, menos mal que de vez en cuando nos dice “me lo paso muy bien en casa” eso me da paz y risa a la vez. Si ella supiera lo que hay de verdad afuera….
56 mi afectados es la cifra de hoy, no hay que perder la esperanza. Levántate, quítate el pijama, no compres si no es necesario y compra solo lo necesario. Sé que hay quien se salta el confinamiento y busca cualquier excusa para salir: pasear un perro de peluche, ir a ver a los colegas, darse un paseo para cazar Pokémon… La ignorancia humana a veces no tiene límites, pero recuerda que eso no está bajo tu control. Tenemos unos cuerpos de seguridad que se encargan de ello, y espero que sean duros en las penas, está en juego la salud de todos.
Con esta cifra cerramos este capítulo que continuará.
“Mami, ¡ hay un bicho malo ahí fuera y no podemos salir! ¡Fuera, fuera, bichito malo, vete de aquí!”