Somos lo que comemos: nuestro cuerpo necesita ingerir alimentos mediante una dieta variada y saludable para garantizar el correcto funcionamiento de todos sus órganos y funciones vitales. Sin embargo, los problemas derivados de errores en la alimentación pueden hacer mucho daño a las personas y, al mismo tiempo, evidencian la existencia de otros problemas que quizá todavía no hayan salido a la luz. Para hacer frente a este tipo de situaciones, la psiconutrición es la vertiente de la psicología que, al formular las preguntas adecuadas, obtiene las respuestas más reveladoras.
Mediante esta rama de estudio, se unen nutrición y psicología bajo el mismo paraguas disciplinar para poner de relieve las dependencias existentes entre ellas, es decir: estudia la relación que las personas establecen con la comida, estableciendo una conexión directa entre el cariño que se tienen las personas a sí mismas y la forma en la que comen.
La comida no solo sirve para alimentarse: también es fuente de placer físico, ya que su ingesta provoca la liberación de endorfinas en el cuerpo. Se considera que las personas que sufren trastornos alimenticios son dependientes de la comida porque necesitan llenar algún vacío interior y/o sentir emociones (el placer por sí mismo). Por lo tanto, la comida se percibe como una gratificación a corto plazo, cuyo destino es suplir una serie de carencias emocionales que, normalmente, permanecen ocultas.
Una alimentación errónea causa problemas fisiológicos evidentes (sobrepeso, colesterol, diabetes) y otros más indirectos como obsesiones y sentimiento de culpa. En el caso de la psiconutrición, se encarga de abordar trastornos como la anorexia, la bulimia o la vigorexia; en líneas generales, pretende tratar todas aquellas causas relacionadas con la alimentación que causan malestar en las personas y que son causa y consecuencia al mismo tiempo. Los atracones, las ingestas ansiosas, las dietas crónicas y el rechazo al propio cuerpo son algunos ejemplos de ello.
Para analizar estos problemas, la psiconutrición tiene en cuenta el contexto social de las relaciones interpersonales, así como las conductas y las emociones de las personas; de esta forma, atribuye los trastornos en la alimentación a la existencia de un problema emocional de base, y dirige sus esfuerzos hacia él.
La psicología nutricional da con la clave de estos problemas indagando en lo profundo de la persona, identificando los problemas subyacentes, casi siempre relacionados con la autoestima, y de cómo utiliza la comida como una vía de escape. No se limita a tratar el síntoma, sino que ahonda en la concepción que tiene la persona de sí misma, y le brinda las herramientas necesarias para aceptarse y quererse y, por lo tanto, dejar de alimentarse desordenadamente por culpa de esa necesidad compulsiva de gratificación.
Los avances de la terapia psicológica y psiconutrición permiten a los profesionales ayudar a quienes, sobrepasados por el peso de sus problemas internos, se evaden mediante irregularidades en la alimentación, o cuyas irregularidades son causantes de problemas más graves para su salud.