Es genial saber que te van bien las cosas en el trabajo, que disfrutas de una buena relación sentimental, o que el éxito te acompaña en tus relaciones sociales. Pero ¿te has sentido alguna vez indigno o no merecedor de estos éxitos? No te alarmes: probablemente estés siendo víctima del síndrome del impostor.
Las psicólogas Pauline Clance y Suzanne Imes acuñaron este término e investigaron sobre él a finales de la década de los 70: el síndrome del impostor no es un tipo de trastorno tipificado como tal, sino más bien una sensación que acompaña a las personas que tienen éxito, llenándolas de inseguridades sobre si merecen realmente tales éxitos.
Para que lo entiendas bien, es como si todos tus logros hubiesen llegado por ayudas externas o por oportunismos, y no por tus méritos propios: sin duda, hay ocasiones en las que podemos vernos beneficiados por los acontecimientos, ¡pero nadie vive exclusivamente de los golpes de suerte!
Las causas de este síndrome se suelen achacar a haber sufrido algún tipo de trauma infantil relacionado con elevados niveles de exigencia, comparaciones o perfeccionismo.
Por otro lado, se puede sufrir por ser víctima de ciertos estereotipos sociales, muy dirigidos hacia colectivos teóricamente más vulnerables, como personas jóvenes o mujeres, o donde predomine la autoexigencia.
El síndrome del impostor afecta a la gente insegura, que no es capaz de aceptar sus logros, y que vive con un miedo constante a que se descubra que son un fraude y que, en definitiva, no merecen estar donde están.
Estas personas sienten, de forma reiterada, que los elogios no son para ellos, que las evaluaciones podrían “desenmascararlos”, o que podrían fallar a la hora de emprender aquello que ya hayan superado con anterioridad.
Aunque no se trate de un trastorno y no contribuya a reducir la calidad de vida, el síndrome del impostor supone una innecesaria losa para quien lo padece, generando una sensación constante de falta de confianza en uno mismo.
Hay estudios que sugieren que un 70 % de las personas han sufrido el síndrome del impostor alguna vez en su vida. Si te has sentido identificado con estas situaciones, ¡tranquilo! Te invitamos a que le pongas remedio desde la aceptación o a que pidas ayuda profesional si notas que se te hace muy cuesta arriba.