Perder a alguien que quieres nunca es fácil. Por mucho que uno se lo espere, por mucho que lo imagine, por mucho que le pongamos una fecha a lo que creemos que finalmente ocurrirá, el dolor siempre va a estar presente.
Sabemos que la muerte es un proceso de la vida, morir nos tocará a todos, pero no la tenemos que tener ocupando espacio en nuestra mente todos los días. Morir significa que has vivido, que ahora mismo estás vivo.
Hay veces que la muerte toca cerca de la familia o los amigos que tenemos, y nos podemos ver indefensos a la hora de responder adecuadamente al dolor de esa persona que ha perdido a alguien.
“Muchas veces, no sé que decir en el momento”
“A veces, he metido incluso la pata a la hora de dar el pésame”
Son comentarios, que todos hemos escuchado o vivido alguna vez. A la hora de animar a alguien que ha perdido un ser querido, es importante tener habilidades para saber afrontar el momento de dolor de otra persona, sobre todo para no generar más malestar emocional y poder
No siempre es necesario añadir palabras, con tu presencia y un gesto de cariño y cercanía muchas veces es suficiente.
Muchas personas, temen que la persona dolida emocionalmente se apoye en ellos, porque no saben qué decir o cómo reaccionar.
Lo fundamental, al fin y al cabo, es estar y escuchar, pero siempre podemos mejorar nuestro apoyo incondicional al otro.
Lo primero que tenemos que hacer es no asustarnos. Ese dolor que manifiesta nuestro amigo o familiar solo representa lo mucho que aportaba la persona fallecida a su vida.
La pérdida, igual que un nacimiento, implica que tenemos que reorganizar nuestro espacio, bien para hacer hueco a la nueva persona que ha llegado a nuestras vidas, como volver a reajustar el vacío que ha dejado la persona que se ha ido.
Cuando alguien que queríamos se ha ido con un hasta siempre, muchas veces resulta insoportable. Tu vida cambia. Hay un antes y un después.
Todas las conversaciones, gestos, actividades que tenías con esa persona se paralizan, desaparecen y al cerebro le lleva tiempo gestionar y entender todo este proceso de cambio.
El duelo es un proceso en el que nuestro cerebro tiene que entender qué ha pasado y tiene que aprender a seguir viviendo sin la presencia de esa persona.
Eso no significa que ya no tengas derecho a ser feliz, todo lo contrario. Si lo piensas seguramente es lo que ese ser querido ya no está querría para ti, que siguieras viviendo y que disfrutes mucho de tu vida.
Por eso, como espectadores del dolor de otra persona, es muy importante no juzgar ni criticar.
“Mírala, se murió el padre el otro día y ya está aquí en el gimnasio”
Juzgar, chismorrear, criticar solo sirve para hundir más en el dolor a la persona. Como hemos dicho, las personas que se quedan en la vida, tienen derecho a seguir con sus vidas, no tienen que paralizarla, ni tienen que dar una imagen para evitar comentarios como éstos.
Las personas que juzgan seguramente serán personas carentes de inteligencia emocional y de empatía, así que es son las personas a las que menos atención tenemos que prestar.
Recuerda que siempre puedes pedir ayuda psicológica si lo necesitas, ya sea solo o en pareja.
Primero, no hace falta dar muchas vueltas a la cabeza. Lo mejor la mayoría de las veces es dejarse llevar. Por eso, te aconsejamos lo siguiente:
Si consideras que le puede venir bien o lo necesita, puedes apoyarle en que busque ayuda profesional, incluso acompañarlo a sus primeras citas, que sienta seguridad y protección